venres, 6 de xuño de 2014

Dejen de decir mentiras, no trajo la democracia

Suso de Toro
La abdicación del rey pareció inicialmente una improvisación que se habría debido al resultado de las elecciones europeas, perjudicial para los dos partidos que sostienen el sistema político. Sin embargo claramente es una operación política muy calculada y en la que participan directamente todos los poderes además de la Casa Real: desde la banca y las grandes empresas hasta esos dos partidos y las grandes empresas de comunicación. Realmente todo el sistema económico y político español está conjurado en una misma operación para este tránsito entre padre e hijo.

Es lógico, todo animal que muda la camisa o el caparazón es muy vulnerable en ese trance, y la abdicación en el príncipe Felipe se está dando, no hubo más remedio, en medio de una crisis profunda del Estado. Se puede estar a favor de esta Monarquía o de una República, de la continuidad del rey o de su abdicación; entiendo que hay razones para argumentar que sea conveniente la coronación del príncipe y que va a ser muy provechoso para todos, pero el modo en que se está desarrollando esa operación política es perverso por dos motivos.
Primero, porque está ejecutando como un plan militar de guerra relámpago muy preciso, para que el adversario no tenga tiempo a reaccionar. En este caso las armas no son la aviación y los carros de combate sino los medios de comunicación, implicados en una asfixiante campaña publicitaria del rey que abdicó y del heredero. Pero aquí el adversario no es un enemigo exterior sino la opinión pública, la propia ciudadanía, por lo que es profundamente antidemocrático en origen. Si no hay nada que ocultar a la ciudadanía, si no hay nada innoble en ello, no se puede realizar ese acto tan trascendente de ese modo porque demuestra una desconfianza absoluta en una población a la que se considera súbditos sin capacidad ni responsabilidad.
Y, segundo, porque para blindar la legitimidad de la operación se está recurriendo a argumentar esa incapacidad de la ciudadanía española diciéndole que todo se lo deben al rey. Se nos repite machaconamente que "El rey nos trajo la democracia", "nos la dio", "gracias a él tenemos libertad"... Según eso este era un país de inútiles e idiotas y el rey fue nuestro redentor y nos guió. Y eso es una gran mentira. Muchas personas que vivían entonces pueden atestiguar que no fue así, al rey lo puso Franco y reinó por imposición y, en cuanto a la sagrada Constitución, se redactó sometiéndose a las exigencias por escrito de la JUJEM. Y si esa Constitución que garantizaba libertades a pesar de esas imposiciones y si hay la libertad que haya es porque hubo una parte de la sociedad que exigía democracia. Y esa parte de la sociedad tenía presos políticos en las cárceles del régimen. Y muertos en los cementerios, casi siempre civiles. Que nos digan que el rey nos trajo la democracia es peor que faltar a la verdad, es mentir. Es una ofensa para las personas que lucharon por la libertad y es una reiterada traición a la memoria. No estamos locos, tenemos memoria aunque nos llamen imbéciles.
En Cataluña se dio un proceso curioso en la opinión pública que registraron todas las encuestas. Muchas personas que no se tienen por nacionalistas catalanes y que vienen demandando desde hace tiempo poder decidir su futuro como catalanes acabaron llegando a la conclusión de que la independencia es la única solución a la situación histórica de Cataluña. Son personas que sin hacer ideología del independentismo en sí mismo hoy son independentistas por convicción cívica. Una cosa parecida puede ocurrir con el republicanismo como ideología y con la República como institución.
Hay muchas las personas a quienes les parece natural poder decidir sobre la jefatura del Estado en referéndum, aunque luego muchas de esas personas votarían a favor de conservar una monarquía parlamentaria, pero viendo que se les niega explícitamente y ante esta vergonzosa imposición están basculando hacia la opinión de que sería más democrático y conveniente una república.
En todo caso, someter a la ciudadanía a algo así es degradarla y envilecerla. Ésta es la democracia española, y es lo que debe cambiar.

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