luns, 31 de agosto de 2015

Avión, el pueblo ausente

El documental de María y Marcos Hervera recoge una polífonía de voces sobre la emigración y muestra sus efectos sobre los habitantes de este concejo orensano, símbolo extremo de la odisea migratoria gallega.

Por J. Rodher 
Las remotas aldeas diseminadas entre montañas que conforman el municipio de Avión tienen en común un pasado marcado por la miseria y el éxodo masivo y constituyen hoy el emblema del triunfo económico de la emigración gallega a América. A María Hervera, que como casi todos los gallegos tiene familia emigrante, siempre le había interesado el tema de la emigración como algo que determina el carácter gallego -“Galicia no puede entenderse sin la emigración”-, pero fue un reportaje periodístico antes de unas elecciones autonómicas, que analizaba los condicionantes que determinan el voto, el que le descubrió el Avión, un pueblo que no conocía, y todos sus récords: alta renta per cápita, coches de lujo, mansiones desmedidas,… y unos índices de emigración brutales. El descubrimiento de este carrusel de los excesos fue el germen del documental.

Conjunto de horreos, una imagen del documental.
Confiesa María que su intención inicial, como guionista, era construir una historia en base a tres o cuatro semblantes de emigración, pero tras pasar en el pueblo una semana sola, durante la cual no habló con nadie que no hubiera emigrado o que no tuviera a toda la familia emigrada, captó la envergadura del fenómeno y la idea original se transformó en la necesidad de hacer una película coral, “como una polifonía de voces hablando de la emigración, porque todo el pueblo emigró”.

“Me interesaba desmontar el mito de que a todos les fue bien, la historia del final feliz, mostrar que el triunfo de unos pocos contrasta con el sufrimiento de muchos”, porque tras la fachada del éxito, los coches de lujo y las mansiones levantadas sobre las ruinas del pasado, se esconde el dolor de las despedidas constantes, las familias rotas y una profunda añoranza de la tierra perdida que parece no tener fin. Con este filón como punto de partida, y la ventaja añadida de que el retorno veraniego de los emigrados triunfantes facilitaba grabar allí el documental, María y su hermano Marcos se lanzaron a rodar una película que se aproxima a los efectos de la emigración en un pueblo gallego que se quedó durante décadas sin generaciones enteras de jóvenes, obligados a abandonar su tierra en busca de un futuro mejor y que en muchos casos regresan con el objetivo cumplido,… aunque no siempre.

Imagen del rodaje en México.
Avión es el símbolo de la emigración gallega, de los que se fueron y triunfaron y de los que fracasan. “Un fracaso que en este caso es más doloroso; porque en un lugar donde hay tantas historias de éxito, el fracaso, por contraste con el éxito, es brutal. Si el fracaso se lleva mal siempre, en Avión la vergüenza del emigrante por el fracaso es mayor”.

El retorno estacional de los triunfadores, protagonizado de modo destacado por los mexicanos que llegan en verano, es un factor determinante del resultado que se ve en la pantalla, porque convierte a Avión en sí mismo es un personaje más, sino el principal, del documental, con el paso de las estaciones como eje: un pueblo invernal de gente anciana, casi todos retornados de la emigración, cobra vida en verano con la llegada de los mexicanos y los emigrados de otros lugares. Los 2.600 habitantes de invierno pasan a más de 5.000 en verano. Los que viven en invierno son casi todos retornados de la emigración (sobre todo los hombres) y los que vuelven en verano son emigrantes de México en su mayor parte, aunque también de Europa. La emigración en Avión empezó a finales del XIX, con destino a México, Cuba, Brasil, Venezuela. Hubo, como en toda España una primera oleada fuerte, hasta primeros del XX, y luego otra después de la Guerra a América y sobre todo a Europa. En el documental se habla sobre todo de América y de México, pero también de Europa, de Suiza y Alemania sobre todo, “desde donde llegaban al pueblo enviados de empresas alemanas a buscar mujeres para trabajar en las fábricas”.
Rodando en una de las mansiones de Avión.
La andadura para convertir en película el proyecto inicial arrancó hace dos años, a partir de la ayuda de AGADIC, a la que después se sumaron el ICA, RTVE y, en México, la productora de la Universidad, teveunam. En el proceso de investigación y documentación del que salió el guión, a María le fueron de gran ayuda los libros de Elixio Villaverde, un historiador que estudió la emigración en esta zona concreta y que aparece en la película. “Mi hermano y yo estuvimos mes y medio en Avión, en verano. El rodaje en el pueblo duro un mes y luego nos fuimos a México, donde estuvimos 15 días de preproducción y 15 de rodaje.” Aunque en principio pensaron rodar también en Guadalajara, encontraron tanto material, en especial en el Centro Gallego, que sólo filmaron en el DF. El montaje de las más de 60 horas filmadas sí fue largo y laborioso, entre seis y ocho meses.

Presencia importante en la película son las mujeres que se quedan. El documental se abre con un fragmento del poema Follas Novas de Rosalía de Castro que alude a la Galicia que se queda sin hombres, llena de hijos que no tienen padres y de viudas de vivos y muertos. En Avión, como en el resto de España, los primeros que emigraban eran hombres, jóvenes en general, que a veces lograban llevar a sus mujeres y a veces no… Y eso tuvo un coste en familias rotas, dobles familias, hombres que no volvieron nunca: “aunque la gente es reacia a hablar de eso, casi todos saben que tiene hermanos por allí”.
Una de las mujeres de Avión.

A diferencia de otros lugares, en donde se mezcló la emigración económica con el exilio político y hubo una cierta presencia de intelectuales, la gente que emigró de Avión era en su mayor parte analfabeta y tal vez por eso, en el documental no aparecen escuelas, hospitales u otro tipo de edificios creados o sufragados por los indianos. “Conocimos a una persona cuyo padre había dado dinero para construir una escuela, pero al final lo descartamos porque no era significativo del tipo de emigración habitual en el caso de Avión” En Avión no hay casas de indianos como las de Asturias o Lugo. En las 70 mansiones construidas por los emigrados ricos predomina la ostentación. “Cuando llegué a Avión –dice María–, estas casas me parecieron un despropósito estético, pero luego al hablar con ellos los entiendes: a primera vista pueden parecer fanfarrones, pero es que en México no pueden hacer ostentación de su riqueza, por la inseguridad. Y piensas: son sus gustos y su dinero, ganado con su esfuerzo y de forma honrada, y dices; ¿quién soy para juzgar?” Si las mansiones de Avión, algunas de cuyos dueños les abrieron las puertas para el rodaje, son o no un crimen contra la arquitectura autóctona, es algo que el espectador puede decidir por sí mismo, pues la película las muestra pero no las juzga.

Aunque sus negocios están al otro lado del mar, los mexicanos de Avión han invertido por toda Galicia, en especial en la zona de Vigo, en la industria de la piedra, en el sector inmobiliario y de servicios y sobre todo en hotelería, contribu-yendo al desarrollo gallego en general e impulsando el de su comarca de origen con su presencia veraniega. La familia Vazquez Raña, pese a no aparecer en la pantalla, está latente en el documental como ejemplo del esfuerzo, del triunfo y del reconocimiento tanto de sus paisanos como del Gobierno mexicano y de esa vuelta continua a las raíces que sirve de engarce entre el presente y el futuro, a través de sus descendientes.
Algunos de los "mexicanos" de verano en Avión.
Para María Hervera se trata de un factor común a la emigración gallega: “Castelao decía que en Galicia no se protesta, se emigra y es verdad. Creo que es algo que tiene que ver con el carácter gallego: como esta tierra no nos aprecia, no le debemos nada”.
En contraste con este resentimiento sin embargo, uno de los aspectos que más llama la atención de la película es el increíble sentimiento de la tierra que tienen los emigrados, bien porque se fueron con él o porque se lo han inculcado sus mayores. “Hemos entrevistado a emigrantes de cuarta o quinta generación que hablan todos gallego, un gallego antiguo, el que se hablaba cuando se fueron, que bailan muñeiras, cosa que no sabía ningún miembro del equipo de rodaje, todos criados en Galicia, que mantienen las costumbres gallegas, que se casan entre ellos, aunque en parte esta endogamia tiene que ver con los negocios, que disfrutan de la cocina y de las bebidas gallegas como si no existiesen otras”.
Un descanso durante el rodaje.

“Avión, el pueblo ausente”, sigue la estela de la mítica película de Chano Piñeiro, “Mamasunción”, por la que la guionista y codirectora confiesa tener una fijación: “Me marcó y fue una sorpresa descubrir luego que estaba rodada allí en Baiste”. Pero también es un película sobre las dobles vidas, en la línea de su anterior y premiado guión para “Garbo: el espía”: “me interesan mucho las dobles vidas y creo que ese es el paralelismo entre Garbo y Avión, las dobles vidas, la del espía y la del emigrante. Me interesa la historia sí, pero más las historias y las experiencias personales”.
Marcos y María Hervera, los directores

Todavía reciente su selección para el Festival de Cine de Guadalajara (México), “Avión, el pueblo ausente” ha sido además nominada para el Espiello 2013 de Huesca sobre cine etnográfico y está pendiente su candidatura para los premios Mestre Mateo al mejor documental de la Academia Galega do Audiovisual. Tal vez esta buena acogida del documental de los hermanos Hervera sea la semilla de un renovado interés por un fenómeno, la emigración, y su reverso el retorno, que marcó la historia de Galicia y por supuesto de Avión.
J. Rodher

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