domingo, 3 de xaneiro de 2016

Transparencias, Pedroche y hiyabs

El grueso de las conversaciones estaba en ¿cuánto enseñará Pedroche esta vez? Lo que importaba era ella como objeto, como cuerpo, como cosa.

Barbijaputa
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'Que me critiquen, ni Antena 3 me obliga ni es machista'. Así se defendía Cristina Pedroche cuando le preguntaban por su vestido para dar las campanadas, el cual no conocíamos aún. Las preguntas se le hacían porque ya el año pasado, también durante las uvas, su vestido levantó polémica.
“Que me critiquen”, decía. Pedroche, por una parte, siente que se la culpa a ella por vestir esas transparencias a cero grados mientras su acompañante masculino siempre va vestido acorde con el frío que haga. Y es verdad, mucha gente la culpa a ella, porque eso es lo que hace una sociedad machista. Culparnos a nosotras de todo.
“Ni Antena 3 me obliga ni es machista”. Que Antena3 no la ha obligado ya lo imaginamos, pero que no es machista, ya lo siento, pero aquí no estamos de acuerdo. A veces, para saber si algo es machista, no se necesita más que cambiar los sexos en la ecuación. Y ésta es una de esas ocasiones. ¿Hubiera tenido algún sentido que Carlos Sobera hubiera aparecido en mitad de una noche de diciembre frente a millones de espectadores con un smoking transparente decorado con un taparrabos de Swarovski? ¿Hubiera quedado sexy? ¿Ridículo? Si nos excusamos en que él no cumple los cánones heteronormativos de la moda actual en cuanto a físico, pongamos que en vez de Sobera, esa noche la acompañaba George Clooney, que quizá se adapta más. ¿Qué nos parece la idea de George Clooney con un traje transparente y una corbata de incrustaciones que le tape la huevera? Hombre, no creo que haya mucho debate en este sentido.
Y sólo estamos hablando de Pedroche porque fue la más comentada e incluso llegó a trending topic en Twitter, pero también podríamos hablar de que en Telecinco aparecieron en ropa interior tres chicas y un chico. Muy sutil eso de meter a un chico en calzoncillos para que no te tilden de machista, como si la educación que recibimos las mujeres en este país nos hiciera tener la misma respuesta que los hombres: como si cuando vemos a un hombre casi desnudo en televisión nos golpeáramos el pecho como orangutanes o hiciéramos chistes sobre violaciones. Sólo había que ver las redes sociales (o tu cena familiar) para comprobar que el efecto de unos y otras ni es ni puede ser el mismo.
¿Por qué perpetúa el patriarcado y fomenta la violencia de género el hecho de que a las mujeres siempre se las desnude frente a millones de personas? Porque la cosifica y la hipersexualiza. En un país donde, durante los tres días previos a las uvas, se habla constantemente de qué llevará puesto una presentadora, el asunto ya nada tiene que ver con la belleza o la moda. Porque el grueso de las conversaciones no estaba en saber cómo de bonito era el vestido, sino en ¿cuánto enseñaría Pedroche esta vez? Nada tiene que ver con la profesionalidad de la mujer, nadie estaba interesado en saber qué diría, qué chistes haría o si sería certera con las campanadas. Lo que importaba era ella como objeto, como cuerpo, como cosa.
Los objetos están para usarlos y poseerlos, y cuando se cosifica a una mujer cualquiera de esta manera, el mensaje sigue siendo el mismo que ha cerrado el año con 56 mujeres asesinadas el año pasado y ha empezado éste con otra mujer más: las mujeres son objetos que usar y poseer. Y no sólo eso, sino que además son objeto de culpabilización de lo que les pase así como de lo que visten. Pero esta culpabilización no puede ser más injusta.
Los mismos que culpan a Pedroche por vestir transparencias son exactamente los mismos que no son conscientes de que cada mujer puede elegir lo que le dé la gana para salir a la calle, es decir, no han entendido nada porque están alienados por el patriarcado. Pero, a su vez, Pedroche también lo está, ya que no ve machismo en el hecho de ir semidesnuda en diciembre. No se puede culpar a una mujer por vestir una prenda o por no ver que está fomentando la violencia sobre la mujer, pero sí debemos denunciar que el hecho en sí perpetúa el machismo. En un país feminista, que una mujer vistiera una gasa a cero grados, sería tan inconcebible como si ayer el que hubiera aparecido con transparencias fuera Chicote o Clooney.

Hasta ese entonces, hasta que ese país feminista llegue, las mujeres seguirán siendo objeto de cosificación y culpabilización, empujadas por un lado a pasar frío y mostrar su cuerpo, y por otro a defenderse por hacerlo apelando a su libertad. Y también habrá que escribir cada vez que pase, para poner de relieve que sí, es machista, claro que lo es. Y que la no conciencia de vivir en un país machista no nos deja ser libres realmente ni para vestirnos ni para nada en absoluto. Curiosamente desde Occidente lo vemos claro con las mujeres orientales cuando visten hiyab. Ahí sí consideramos que ellas sólo creen ser libres para vestir lo que quieran pero que no lo son realmente porque están sometidas a una educación y una cultura que las anula. Y hasta queremos prohibirles el uso de velos en nuestro país.
Nadie que no sea consciente de sus propias cadenas educacionales puede ser plenamente libre, en realidad.

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