venres, 15 de xaneiro de 2016

Un niño y un corrupto en el Congreso




Aníbal Malvar
abc.750http://www.publico.es/
Este jueves debería de pasar a las páginas más siniestras y divertidas de la historia del periodismo uno, grande y libre, pues en esa fecha icónica todos los medios sin excepción, en este país moderno y occidental llamado indisolublemente España, otorgaron más importancia a la presencia de un bebé en el Congreso, que al hecho de que tomara posesión de su acta de diputado un más que presunto corrupto blanqueador cual Pedro Gómez de la Serna, honorable comisionista del PP. Le tenemos menos miedo y menos asco a un corrupto que a un niño chico. El chaval incluso nos despierta más curiosidad, más fecunda inspiración, mejores encuadres de fotos y más sabrosa malababa.
ABC, por ejemplo, le dedicaba ese día tres columnas de opinión al tema del enano, más una crónica a doble de David Gistau inspirada en el bescansín, otras dos páginas sobre diputadas embarazadas precedentes y la guardería del congreso, y cuatro fotos del pequeño Diego. Ante tanto gasto de papel, ni un solo titular dedicado al diputado corrupto, defendido en principio por Rajoy como un intachable hombre de negocios, y solo desde este día 13 baja en el Partido Popular (ni siquiera expulsado).
En La Razón hacen menos despliegue al ilustre lactante: sólo una columna de opinión y una página. Pero tampoco tienen sitio para informarnos de que un más que presunto corrupto acaba de tomar posesión de su acta como representante del pueblo soberano. Pedro Gómez de la Serna no existe en el universo Marhuenda.
larazon.200El Mundo sí nos hace saber que, aparte del bebé, el miércoles había alguna otra anomalía en el Congreso:De la Serna pide la baja [del PP] antes de que le echen, titulan en los bajos de su página 11 como si se tratara de un asunto menor. Al pequeño bescansín le otorgan fotillo en portada y fotón interior, un chiste, parte de su editorial, tres columnas y el titular de la primera entrevista a Patxi López como presidente del Congreso: “Hay muchas madres que no hacen exhibiciones”, titulan al ex lehendakari.
El País saca al niño en portada sin demasiado énfasis, pero también le dedica una página interior al completo mientras ignora o silencia el hecho de que Pedro Gómez de la Serna, comisionista, haya tomado posesión de su acta de diputado sin que nadie en el Congreso diga nada. Corruptillos a la mar. Titula su editorial el diario de Prisa, con mucho enfado, El show de Podemos. Y el gallego Manuel Jabois, siempre enredando, como debe ser, concluye que Podemos “tiene la capacidad casi quirúrgica de convertir en escándalo una lactancia por obra y gracia no de la acción, sino de la reacción”.
elpais.200Lo que olvida mi querido Jabois es que la reacción somos nosotros: los medios. Podemos no monta un show. El show ya estaba allí, y éramos nosotros, los periodistas. Si el miércoles los diputados de Podemos hubieran acudido al Congreso ataviados con traje grisocean, camisa blanca y corbata fina rojo inglés, como acudió Pedro Sánchez, también hubieran sido noticia: Podemos se disfraza para asaltar el poder, ¿dónde han dejado la flauta y al perro?, Pablo Iglesias ya viste como la casta, aunque Podemos se vista de seda, etc.
Jabois y la secta del show intentan decirnos que la reacción es más premeditada que la acción, y eso solo sería posible si partiéramos de la base de que la sociedad y los periodistas somos tan gilipollas como los animalillos de Paulov. Se le presupone a Podemos tan perversa inteligencia que elucubramos a posteriori sobre cómo han manipulado nuestras emociones, nuestras ideas, nuestras fotos, nuestras páginas de periódico y nuestras percepciones íntimas. Como si pudieran manejar nuestro cerebrito con un ingenio catódico, cual un malvado de Ian Fleming. Se les sobrevalora para demonizarlos. Se les mitifica para mixtificarlos. Prestamos tanta atención a su cotidianidad que cualquier gesto espontáneo lo interpretamos como una esotérica liturgia cargada de mensaje y malas intenciones, y lo convertimos en noticia. Yo no creo que estos chavales sean tan listos, y mucho menos me considero tan tonto como para que anticipen mi reacción sin haberme dado antes acción.
elmundo.200A mí, el miércoles, lo único que me llamó la atención del hijo de Carolina Bescansa es que se portara tan estupendamente, que no llorara y que superase en modales a la hija del condenado Carlos Fabra, la ex diputada popular Andrea Fabra, autora del inmortal epigrama parlamentario “que se jodan”. Tampoco me escandalizó demasiado que algunos diputados acudieran en bicicleta. Ni que otros peinaran rastas. Lo que me asombró es que eso nos preocupe más que el hecho de que Pedro Gómez de la Serna, más que presunto chorizo, haya tomado posesión de su acta de diputado sin que parezca que a nadie le importe nada. Será que Pedro Gómez de la Serna jamás le pasará los piojos a la permanén de Celia Villalobos, que es lo que realmente le preocupa al muy higiénico pueblo español.

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