xoves, 29 de xuño de 2017

Disolver el cadáver en un tanque, la "opción ecológica" que ya ofrecen algunas funerarias

Foto: Imagen de la máquina que se utiliza en la hidrólisis alcalina. (Bio-Response Solutions)
PABLO GABILONDO
http://www.elconfidencial.com

Su nombre técnico es hidrólisis alcalina, pero las funerarias de Estados Unidos y Canadá que ofrecen este servicio ya lo han bautizado como cremación verde. “La elección natural”, asegura una de ellas en su página web. Y es que frente a la contaminación que se genera al incinerar un cuerpo de forma tradicional, estas empresas subrayan el valor ecológico de “un proceso revolucionario” que consiste en disolverlo en agua e hidróxido de potasio.
A una temperatura de 152 Cº y un pH de 14, el cadáver queda reducido a huesos e implantes metálicos en tan solo noventa minutos. Una vez separados de la solución alcalina y pulverizados, la familia recibe las 'cenizas' en una urna similar a la que se entrega en los crematorios. “En una época en la que nos preocupamos por el medio ambiente, debemos aprovechar toda forma posible de proteger y preservar los recursos naturales de nuestro planeta”, señala un folleto sobre la llamada cremación verde.
Partiendo de esta idea, las funerarias evitan profundizar en los químicos que se utilizan e insisten en que se trata de "un proceso natural". Así lo expone la funeraria Bradshaw, en Minesota, que asegura haber ofrecido este servicio más de 1100 veces. "La hidrólisis alcalina es el proceso natural que experimenta un cuerpo tras el entierro, que puede llegar a durar 25 años. La cremación verde consiste en acelerar este proceso natural", argumenta la empresa.
Más allá de los eslóganes, sus detractores critican el modo en que se deshacen del líquido que deja el proceso. En el caso de Estados Unidos, las empresas se limitan a comprobar el nivel de pH y, después de ajustarlo, lo echan por el desagüe, un sistema que suscita dudas en torno al tratamiento de aguas residuales. De hecho, este es uno de los principales obstáculos que impiden su llegada a países europeos como España, donde la hidrólisis alcalina es ilegal.
Una máquina de hidrólisis alcalina junto a hornos de cremación. (Bio- Response Solutions)
Una máquina de hidrólisis alcalina junto a hornos de cremación. (Bio- Response Solutions)
“Aquí hay componentes de medio ambiente y de salud pública que están muy controlados”, señala a El Confidencial Josep Ventura, portavoz de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef). Según explica, lograr un cambio de legislación exige demostrar que el vertido no es contaminante, “un proceso que es bastante largo y requiere un tiempo de estudio”. Por el momento, ninguno de los asociados de Panasef ha mostrado interés en sacar adelante esta alternativa.

La oposición de ecologistas y religiosos

Pese al supuesto aspecto 'verde' de la hidrólisis alcalina que subrayan sus promotores en Canadá y Estados, la asociación de Funerarias Ecológicas de España (Funeco) desmiente este razonamiento. "Eso no es ecológico. Para nada. Todo lo que sea destruir materia orgánica no es ecológico", explica a El Confidencial el presidente de la organización, Felix García Pedroche. Según argumenta, la mejor opción para aquellos que se preocupen por el medio ambiente es enterrar el cuerpo "tras someterlo a un proceso de deshidratación, extrayendo así el fluido en el que se encuentra la contaminación".
A esto se suma la oposición de la Conferencia Episcopal Española, que al ser preguntados sobre la hidrólisis alcalina se limitan a enviar la instrucción 'Ad resurgendum cum Christo' del Vaticano. Aunque en dicho documento se recoge que "la cremación no es contraria a ninguna verdad natural o sobrenatural" y que "no se les negarán los sacramentos y los funerales" a aquellos que opten por ser incinerados, también subraya que "la Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados".

Eficaz en la lucha contra las epidemias

Al margen de la polémica en torno a su supuesta ventaja ecológica, cabe señalar la postura de Sandy Sullivan, un bioquímico que lleva cinco años pidiendo a la Unión Europea que dé luz verde a la hidrólisis alcalina. La empresa para la que trabaja, WR2, patentó hace años una máquina que ya se utiliza en algunos laboratorios para disolver los cadáveres de animales, "evitando así la propagación de las enfermedades que puedan tener los cuerpos". En una reciente entrevista concedida a la 'BBC', el científico ponía como ejemplo el caso de las vacas locas de 2001, cuando las autoridades británicas optaron por quemar el ganado al aire libre "con el potencial riesgo de propagar la enfermedad".
Sullivan argumenta además que se trata de una opción que antes o después triunfará en las funerarias, por lo que en 2006, tras la quiebra de WR2, decidió crear la compañía Resomation Ltd, pionera en ofrecer este servicio. "Es un mercado conservador y cuando entras con una nueva idea no eres fácilmente aceptado", reconoce el científico. De todos modos, lejos de rendirse, Sullivan pone como ejemplo la incineración, un servicio muy criticado cuando se puso en marcha y que ahora compite de tú a tú con el entierro.

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