luns, 15 de xaneiro de 2018

El sistema financiero gallego vuelve al ojo del huracán ante el anuncio de Venezuela de que nacionalizará al dueño de Abanca

Oficina de la entidad gallega Abanca en Vigo.

JUAN OLIVER

http://www.publico.es/

La amenaza de Venezuela de nacionalizar Banesco, la primera entidad financiera del país y cuyo dueño también lo es de Abanca, ha vuelto a poner el punto de mira sobre el maltrecho sistema bancario gallego, que ha sufrido como ninguno los vaivenes de la crisis. Abanca, fruto de la fallida fusión de Caixa Galicia y Caixanova, diseñada por la Xunta y auspiciada por el propio presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, es propiedad del empresario Juan Carlos Escotet y sigue siendo el primer operador financiero en Galicia. Cuenta con alrededor de 4.500 empleados y más de 660 sucursales, y gestiona más de 65.000 millones de euros entre depósitos y préstamos.
El pasado miércoles, el vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, anunció en un programa de televisión la apertura inmediata de negociaciones con Escotet para que el Estado venezolano, que cuenta con una participación en Banesco, se haga con la totalidad del banco. El empresario negó esa posibilidad a través de las redes sociales: “Los hijos no se venden”, tuiteó-.
Pero según Cabello, también diputado de la Asamblea Nacional Constituyente y ex ministro con varias carteras en los gobiernos de Hugo Chávez, el financiero habría aceptado la proposición del Ejecutivo después de haber ofrecido la operación inversa. Es decir, hacerse con las acciones que el Estado venezolano posee en Banesco. Venezuela hizo las primeras insinuaciones de que el banco podría ser nacionalizado a finales del año pasado, también a través de Cabello.

El presidente de Abanca, Juan Carlos Escotet, flanqueado por el consejero delegado de la entidad, Francisco Botas (i), y el director financiero, Alberto de Francisco (d). EFE
La Xunta, consciente del impacto que ese anuncio podría tener en Galicia, se apresuró a reaccionar, con Feijóo asegurando que, aunque cualquier empresa instalada en Venezuela está sometida a un “riesgo de expropiación”, una hipotética venta de Banesco no afectaría a Abanca. “Son entidades y fichas bancarias distintas, una en Venezuela y otra en Galicia”. Además, añadió que Escotet no le había trasladado “ninguna incerteza al respecto”.
Feijóo llegó a la presidencia de la Xunta en el año 2009, en plena crisis económica y consciente de las ventajas de contar con una caja amiga que apoyara su acción de gobierno en una época en que los recortes habían minado la capacidad inversora de la Xunta. Pero desde entonces el sistema financiero de Galicia, que llegó a contar con varias marcas entre las más grandes de España, no ha hecho sino diluirse hasta prácticamente desaparecer.
El último ejemplo ha sido la caída del Banco Popular, comprado el año pasado por el Santander ante su crítica situación. En el año 2012, el Popular se había fusionado con el Banco Pastor, un verdadero emblema de la burguesía coruñesa propiedad de los herederos de Pedro Barrié de la Maza y que se vino abajo tras lustros de exageradas estrategias expansivas. También cayó el Banco Gallego en el 2013, absorbido por el Sabadell, y el Etcheverría, adquirido ese mismo año por Escotet y a través del cual el empresario consolidó la implantación de sus negocios en España.
En cuanto a las cajas (Caixanova, con sede en Vigo, y Caixa Galicia, en A Coruña), fueron sometidas a un estridente proceso de fusión auspiciado por Feijóo que protagonizó durante meses la vida pública de Galicia y que tensó enormemente las relaciones entre las clases dominantes del sur y el norte de la comunidad. La operación, firmemente defendida por Feijóo y pilotada en sus inicios por José María Castellano, el principal colaborador de Amancio Ortega en los primeros tiempos de Inditex, no pudo evitar que la sociedad resultante, Novacaixagalicia, fuera un fiasco.
Durante los años de la crisis, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), el organismo creado por el Estado español para asistir el rescate de los bancos y cajas en quiebra, realizó dos inyecciones de capital que sumaban alrededor de 7.900 millones de euros para garantizar la viabilidad de la entidad, cuya cúpula dirigente, incluido su ex presidente, Julio Fernández Gayoso, fueron posteriormente condenados a penas de cárcel por su gestión durante el naufragio de la entidad y por autoasignarse indemnizaciones y pensiones millonarias. A finales del 2013 y principios del 2014, el Estado español, que también había recibido ofertas del Santander y del BBVA, cerró la venta de NCG Banco al Etcheverría de Escotet por 1.003 millones de euros.
Un cajero automático de una oficia de la entidad gallega Abanca. E.P.
Precisamente, una de las amenazas de Venezuela al empresario es averiguar la procedencia de los fondos con los que pagó esa operación. En el mismo discurso en el que anunció la nacionalización de Banesco el pasado miércoles, Dionisio Cabello también instó a la fiscal general a abrir una investigación penal sobre el caso. “¿De dónde sacó plata para comprar los bancos que tiene en España?”, se preguntó.
Lo cierto es que en Galicia lo que se critica precisamente no es sólo que Feijóo fuera incapaz de evitar la caída de las cajas, sino que España adjudicara Abanca a Escotet por una cantidad tan pequeña que ha permitido al empresario saldarla en pocos años y además en cómodos plazos, sin tener que invertir prácticamente nada ya que pudo cubrirlos con las plusvalías que desde el minuto uno le reportaba la entidad. Sólo en el primer semestre del año pasado, los beneficios netos declarados por Abanca ascendieron a casi 230 millones de euros.
Según fuentes del banco, las declaraciones de Dionisio Cabello se enmarcan en un ambiente de tensas relaciones entre el Estado y Escotet, un poderoso hombre de negocios a quien en su día se llegó a vincular con el chavismo pero que a partir de mediados de la primera década del milenio fue retirando sus inversiones del país.
De hecho, el Gobierno de Maduro también le ha advertido de que la nacionalización de Banesco se haría por una cantidad tan ridícula (3,5 millones de dólares, unos 2,9 millones de euros) como la que Escotet habría ofrecido para hacerse con la participación pública que el Estado venezolano tiene en Banesco. “Él quería comprar un porcentaje que tiene el Estado a un precio, y nosotros le hicimos una contraoferta, la cual él aceptó, de comprarle todas las acciones que él tiene al mismo precio al que él quería comprárnoslas a nosotros. Lo que es igual, no es trampa, ¿verdad? Esta semana haremos la oferta formal”, abundó en su intervención del miércoles el también ex presidente de la Asamblea Nacional venezolana.

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